viernes, 12 de agosto de 2016

Cuento: la parábola del Papalote. O de la misma libertad.

La parábola del papalote.
(o de misma libertad)


Talvez proyectando su libertad, que era su permanente obsesión, ellos decidieron elevar el papalote.

Talvez buscando su libertad el papalote los acompañó desde la ruidosa y contaminada ciudad hasta la fría colina donde el viento de Agosto sería su mejor libertador.

El papalote hizo un viaje silencioso, escondido se moría de ansiedad. Quería volar! – Cómo será volar? – pensó- cuando vuele a dónde iré? al Africa a conocer el Serengueti donde la vida mata para generar mas vida o a Egipto donde la maravilla de una pirámide me contará la historia de los hombres, iré - seguía pensando - ... iré al polo norte donde el frío se puede ver o iré a París para sentir la luz en plena noche o a Nueva York donde todos viven y nadie es su dueño o iré a la India donde la pobreza se nutre de los hombres o a la China y

a su muralla o al Japón donde cada cosa que existe sirve para una comodidad – menos los hijos – iré... iré....- metido estaba el papalote entre sus sueños que no se dio cuenta que ya lo habían armado para volarlo – Dios!!!, llegó la hora ... cómo será volar??? - pensó emocionado el papalote.

Ellos también estaban llenos de ansiedad. La vida se les había pasado entre historias singulares. Tardaron una vida para encontrarse y otra para decidir elevar el papalote. Por eso corrieron desde la mañana procurando estirar el día. Compraron el papalote – el más hermoso – dijo ella – el que más vuele dijo él y se fueron camino a la colina hablando de la imperfección de la felicidad, regalándose caricias, miradas y besos .... todo lleno de ternura y entre las curvas del asfalto pronto tropezaron con la colina, donde volarían su papalote y atado a él .... sus sueños.

Se aman – pensó el papalote – mientras los veía y sentía como lo ataban a un cordel. Los amo – se repitió así mismo – me dan la libertad que siempre fue mi sueño, me dejan volar, me harán volar .....

Amo al papalote – dijo ella – mientras intentaba su primer vuelo, solo para estrellarlo contra el piso - Le falta peso en la cola, gritó. El papalote pensó que el colmo de la vida era aumentar el peso para poder volar (tenemos mucho peso en las alas para alzar vuelo - pensé), entonces ellos cortaron largas tiras de la vieja sábana llena de historias y de sueños y le pusieron cola al papalote soñador y tras varios ensayos y nuevas colas el papalote al fin se despegó de la tierra y se elevó, alto ... y entonces ellos se rellenaron de fantasías y de nuevo se sintieron niños y corriendo por la pradera procuraron encumbrar a lo más alto al papalote y el papalote fue ... por un momento feliz ..... hasta cuando se sintió solo en la altura con otros papalotes ... lejanos. Sintió el miedo. Miró abajo pero ellos no lo estaban viendo .... absortos y enamorados se regalaban ternura entre besos y caricias .. y el terror invadió al papalote pues soledad ahora si era total. Solo pendía del cordel, el cual a la vez que le daba la libertad de la altura lo amarraba a la tierra sin dejarlo volar... desesperado el papalote dio una voltereta procurando llamar la atención de ellos ... y lo logró ... y entonces le soltaron más cordel y subió más y empezó a sentir el frío de las alturas y vio las águilas y las envidio - ellas no tienen cordel - se dijo muy murmurado.

Una y otra vez el papalote se sintió solo y decepcionado de su libertad. Abajo, bien abajo, ellos, a ratos, lo ignoraban, tanto lo ignoraban que confiaron el papalote a una piedra para que lo sostuviera. El papalote se sentía muy infeliz, sentía que su libertad no era completa y decidió rebelarse contra su suerte.... y entonces hizo mucha fuerza, tanta fuerza que rompió el cordel... todo por que quería sentir la libertad, pero cuando el cordel se reventó y el papalote se quedó sin soporte entendió su error !!, entendió que ahora era menos libre, pues ni dar volteretas podía, simplemente empezó a caer inexorablemente hacia donde siempre había estado, a la tierra.

De nuevo vio a las águilas y a los otros papalotes que volaban. De nuevo vio hacia abajo vio como ellos corrían hasta el borde de la colina. Sintió que le decían adiós. Los vio sentarse en el prado y señalar en su misma dirección. Una ráfaga de viento lo estrelló contra un árbol y el papalote perdió el sentido. Nunca supo más.

Ellos, lejos, se tomaron de la mano y regresaron por el mismo camino por donde habían venido.

- Ojalá el papalote caiga en la manos de un niño que no tenga papalote - Dijo él.
- El papalote se marchó por que no le pusimos atención - replicó ella - por que lo abandonamos   mientras nos consentíamos.
- Siempre estuvo celoso de nosotros.
- Era un papalote rebelde, que soñaba su libertad.


Se alejaron. Inevitablemente su corazón se hizo un nudo. Fue como una ilusión. Como la misma ilusión de la vida. Se alejaron y se llevaron en su corazón el hermoso recuerdo de su papalote y la inmensa enseñanza de las imperfecciones de la libertad.


Maroma
Cuento participante en el concurso nacional de cuento.