Cuento ganador del III concurso Nacional de Cuento, SENA, 1991.
Claro que hacía varios años ya se habían amado y lo habían hecho durante
toda su vida, aunque no durante tanto tiempo.
Ya hacía algunos meses todo y todos estaban listos, algunos habían viajado para estar más cerca a ellos, incluso familias enteras recorrieron muchos kilómetros para verlos de cerca hacerse el amor, otros mas osados se habían provisto de sofisticados instrumentos que les permitían contemplar este sublime acto de amor que hacía algunos años ya había ocurrido, aunque no durante tanto tiempo.
Ya hacía algunos meses todo y todos estaban listos, algunos habían viajado para estar más cerca a ellos, incluso familias enteras recorrieron muchos kilómetros para verlos de cerca hacerse el amor, otros mas osados se habían provisto de sofisticados instrumentos que les permitían contemplar este sublime acto de amor que hacía algunos años ya había ocurrido, aunque no durante tanto tiempo.
Los amantes habían escogido la tarde por considerarla más romántica y de
seguro más discreta pues todo el mundo en su rutina no notaría su pecado, él
llegaría primero y la esperaría, ella llegaría después y sin muchas caricias se
amarían como ya lo habían hecho durante toda su vida, aunque no durante tanto
tiempo.
Todo el mundo, por el contrario, sabía el secreto y morbosamente era
comentado: la prensa le dedicó, el domingo anterior, una sección completa; la
radio parloteaba hacía varias semanas sobre el tema, los "expertos"
emitían sus opiniones: que es cosa de ellos, que la naturaleza es así, que son
designios de Dios; las madres contaban a los hijos sus aventuras al respecto;
los padres no lo hacían porque no tenían tiempo; para los hijos no era extraño,
aún sin verlo, podían entender que dos amantes se hicieran el amor frente a
todos y sabiendo que todos los verían, al fin y al cabo ya lo habían hecho
durante toda su vida, aunque no durante tanto tiempo.
Los "mojigatos" habían iniciado una campaña contra esa
"malsana" costumbre: no debía verse, podrían causarse traumas
irreversibles; incluso mostraron en la televisión algunos traumatizados como
ejemplo y escarnio por su imprudencia. Pero todo era tan común que aún ni la
iglesia se había pronunciado, mucho menos el ejército y más callado estaba el
gobierno. Decían los seudo-intelectuales: - "Esto es ya casi una tradición
así ya lo han hecho durante toda su vida, aunque no durante tanto tiempo".
Y al fin llegó el día esperado, un poco frío; todo el mundo organizó su
tiempo y dispuso de lo necesario para ver el acontecimiento. Cerca de las 14
horas todo se detuvo: Los obreros detuvieron sus labores y se acostaron boca
arriba en el patio de las fábricas y por tanto las industrias apagaron sus
calderas; los propietarios cerraron sus cajas de caudales y se acostaron boca
arriba en la terraza de sus casas; los pobres olvidaron que tenían hambre y se
acostaron boca arriba en el césped del separador de la avenida; los niños
salieron de las alcantarillas y se acostaron boca arriba en la banca del parque
aprovechando que los policías estaban acostados boca arriba sobre las
radio-patrullas y los carros antimotines; las madres se acostaron boca arriba
con sus hijos entre el vientre y los hijos entre el vientre se acostaron boca
arriba dentro de sus madres; los traficantes salieron de sus escondrijos y se
acostaron boca arriba sobre el diario oficial; los campesinos soltaron la yunta
y se acostaron boca arriba sobre el surco; los guerrilleros colocaron el
petardo de la torre 046, aseguraron el fusil, se quitaron las botas y se
acostaron boca arriba sobre los morrales de campaña; los soldados no los
descubrieron porque ya estaban acostados boca arriba sobre la hierba, pues los
morrales de campaña se los habían robado los guerrilleros; los curas y el
obispo se acostaron boca arriba al lado del presidente y de los generales sobre
mullidos cojines color púrpura, los escoltas se acostaron boca arriba al lado
de los escoltados, el Ministro de Hacienda, aunque bregó un poco, también se
acostó boca arriba, las putas se acostaron boca arriba y por costumbre con las
piernas abiertas y algunas que no eran putas, se acostaron boca arriba, un poco
temerosas, con las piernas cerradas y en cualquier sitio; en fin, todos se
acostaron boca arriba para ver a los amantes hacerse el amor, lo que ya habían
hecho durante toda su vida, aunque no durante tanto tiempo.
Y como los amantes lo habían previsto: él, impaciente, llegó primero y todos lo vieron; ella, asustada, llegó enseguida y todos la vieron y sin muchas caricias se amaron y todos los vieron. Al terminar se fueron y todos los vieron. Volverían en algún tiempo, durante el siguiente eclipse y se amarían, como ya lo habían hecho durante toda su vida, aunque no durante tanto tiempo.